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17.
Constitución ecológica
— Julio Maturana França
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Julio Maturana França
Ingeniero civil hidráulico, Magister en gobernanza de riesgos y recursos naturales, Militante del Partido Comunista de Chile.
La humanidad y la naturaleza desde la óptica marxista
Desde la perspectiva marxista las temáticas ambientales deben asumirse en función de la transformación de la sociedad, partiendo de la contradicción fundamental, capital/trabajo y la contradicción principal de estos tiempos: neoliberalismo/democracia. El capitalismo se funda como un sistema estructural y su principal objetivo es la acumulación de capital privado, expresado en sus inicios en la dominación y apropiación de la tierra como base fundamental, creando así el mercado de la tierra. Esa disputa y apropiación de la tierra, se ha transformado y profundizado al punto que en la actualidad son los recursos que posee esa tierra o incluso, los que pasan eventualmente por ella como el agua el objeto principal de apropiación. La disputa, la lucha por la apropiación, actualmente es por la biodiversidad: el agua, minerales, recursos marinos, forestales, etc. Los capitalistas se han apropiado de todos los recursos de la naturaleza, para obtener rentabilidad privada de la misma (Comisión Nacional de Medio Ambiente y Energía, Partido Comunista de Chile, 2011).
Aunque Marx no toca el tema del ecologismo o de la biodiversidad de manera directa, su teoría se basa en la relación entre la humanidad y el medio natural que lo rodea, siendo clave, por lo tanto, la preservación del medio natural para el desarrollo de la humanidad de una manera sustentable (Foster, 2000). La relación entre la humanidad y la naturaleza no es de manipulador a manipulado, pues la humanidad es parte del medio natural e interactúa con él (Foladori & Pierri, 2005). La humanidad no se encuentra “en” la naturaleza, sino que “es” naturaleza. La humanidad no se concibe como un “algo exterior” “superior” y menos “contrapuesto” a la naturaleza (Molina, 2020). Probablemente, esa sea la diferencia más importante con otras corrientes ideológicas.
La relación humanidad – Naturaleza es mediada dialécticamente por la actividad vital del ser humano: el Trabajo. Mediante el trabajo la humanidad transforma a la naturaleza, extrae los recursos desde su seno y cambia la forma de la naturaleza. Así mismo, el objeto natural, extraído desde la naturaleza, se transforma en función del valor del trabajo, lo que antes era una simple roca en el medio natural, una vez que convive con la humanidad mediante la relación del trabajo, ya no es una simple roca, es un un mineral que genera valor y que sirve para crear productos que se utilizan en el diario vivir de la humanidad. La relación es dialéctica e histórica (Foladori & Pierri, 2005).
¿Hasta dónde se puede transformar la relación entre la humanidad y la naturaleza? Marx, vincula la idea de desarrollo con la propiedad, entendiendo que la naturaleza (la tierra) no nos pertenece y que, por el contrario, tenemos una responsabilidad con ella:
“Considerada desde el punto de vista de una formación económica superior de la sociedad, la propiedad privada de algunos individuos sobre la tierra parecerá algo tan monstruoso como la propiedad privada de un hombre sobre su semejante. Ni la sociedad en su conjunto, ni la nación ni todas las sociedades que coexistan en un momento dado, son propietarias de la tierra. Son, simplemente, poseedoras, sus usufructuarias, llamadas a usarlas como ‘boni patres familias’ y a trasmitirla mejorada a las futuras generaciones” (Marx, edición 2001).
Marx, en el volumen III del Capital, nos esboza las primeras ideas del “Desarrollo sustentable” y nos da claridad respecto a que no puede existir la naturaleza por un lado y la sociedad por otro (Schmidt, 1976).
Al 2020, el “desarrollo sustentable” en nuestro país es una quimera. Chile, en el mes de mayo agotó todos sus recursos disponibles. Es absolutamente necesario realizar un análisis de responsabilidades que no puede estar separado de la diferenciación clasista. Debido a la acumulación de capital, quienes poseen los medios de producción (o la inversión) son los principales responsables del deterioro del medio ambiente y, por lo tanto, los responsables del agotamiento de los recursos disponibles. Ello ya que cuando surgen las relaciones sociales de producción, la decisión de producción recae sobre quienes poseen los medios de producción e inversión. La diferenciación clasista se expresa de la siguiente forma: las personas son responsables del deterioro medio ambiental como consumidores, mientras que los dueños del capital son responsables como productores (Foladori & Pierri, 2005). La sociedad diferenciada en clases tiene responsabilidades diferenciadas con respecto al medio ambiente.
Por lo tanto, si queremos avanzar hacia un desarrollo sustentable desde la óptica marxista, es decir, que las futuras generaciones puedan gozar de los recursos que nos da la naturaleza en similitud como lo hacemos hoy (en cantidad o calidad), es necesario terminar con la explotación indiscriminada de los recursos naturales. La explotación desmedida es propia del sistema capitalista, y, por lo tanto, las crisis medio ambientales producidas por la explotación indiscriminada de los recursos naturales son expresiones propias del capitalismo en los territorios. La única manera de superar las crisis medio ambientales de manera definitiva es superando el capitalismo, superando las relaciones de producción capitalistas que se basan en la producción sin límites y sin contemplar un desarrollo sostenible (Harich, 1975). Superar el capitalismo no implica que inmediatamente superado este la sociedad va a vivir bajo un modelo de uso sustentable de sus recursos, pero la superación es un paso clave para concretar este camino.
Una nueva constitución, que suponga un nuevo modelo de desarrollo, debe necesariamente trazar el camino para una transformación profunda del sistema económico que permita un nuevo pacto socio ambiental.
Extractivismo, Naturaleza y biodiversidad
Las crisis actuales medio ambientales y el actual proceso de cambio climático son de carácter antropogénico. Su origen está en la relación de dominación de la humanidad sobre la naturaleza producto del sistema capitalista que se expresa principalmente en la explotación de recursos naturales (Chacon Cancino & C. Postigo, 2013). En el caso de Chile, fiel reflejo del sistema capitalista neoliberal, el modelo productivo se basa en la explotación intensiva de los recursos naturales, lo que ha propiciado la concentración económica en manos de unos pocos (los dueños del capital y de la inversión), avalada por un diseño constitucional en que la propiedad privada esta por sobre el bien común y colectivo (Chacón Cancino, 2020). A la explotación intensiva de los recursos naturales para vender el producto en el mercado mundial se le llama “extractivismo”. El extractivismo, afecta directamente a la naturaleza y la biodiversidad, por lo tanto, la constitución al diseñar un modelo que propicia y protege la actividad extractivista por sobre el bien común y colectivo, se sitúa en la vereda opuesta a la protección medio ambiental como tal y se aleja a la idea de desarrollo sustentable. El extractivismo está en el corazón del modelo neoliberal chileno.
Ahora bien, aunque existen normas de protección medio ambientales, tanto en la constitución como en las leyes, se trata de figuras nominales cuando se enfrentan al modelo de desarrollo neoliberal chileno (Prieto Farías, 2020), debido a que constitucional la propiedad privada siempre será más importante que el bien común y colectivo.
Chile fue uno de los primeros países en Latinoamérica en incluir normas de protección al medio ambiente en distintos ámbitos legislativos, sin embargo, nos hemos quedamos atrás en protección de la biodiversidad. La última política publica relacionada con el tema, fue la creación de áreas marinas protegidas, y aunque se intentó avanzar más, en los últimos 4 años hemos tenido un notable retroceso en protección al medio ambiente y la biodiversidad.
La constitución de la dictadura indica en su artículo Art. 19° N° 8 dice “El derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación” y no contempla otro tipo de protección, en específico, no existe la palabra “biodiversidad” en la misma. Por lo tanto, “el derecho” a vivir en un ambiente libre de contaminación, es más bien una protección hacia el individuo y no hacia lo colectivo y, por lo tanto, tampoco garantiza que una determinada población tenga derecho a que los recursos de su territorio sean ocupados de manera sustentable para la preservación de la biodiversidad y la naturaleza. Por la experiencia de las ultimas luchas medio ambientales en el país, especialmente en las zonas de sacrificio como lo ha sido el caso de Huasco, Quinteros, Andacollo, entre otros, hay argumentos más que suficientes para indicar que existe una omisión flagrante del articulo antes citado. Si poco o nada se cumple este artículo, menos podríamos pensar que existe un deber constitucional para la protección del medio ambiente, la naturaleza y la biodiversidad.
Lo relevante de avanzar en estos temas y no retroceder como ha sucedido, es que la importancia de la biodiversidad radica en que esta refleja la variedad y cantidad adecuada de organismos vivos para mantener el equilibrio en un determinado ecosistema (la naturaleza contiene a la biodiversidad como un todo desde la concepción marxista), vale decir, la preservación de la biodiversidad esta estrictamente ligada al desarrollo sustentable de las especies y organismos vivos, que a su vez, viven en un medio natural que necesitan de la naturaleza para su preservación y viceversa. El desarrollo sustentable, permite la preservación tanto de la biodiversidad como de la naturaleza que la contiene.
Por lo tanto, una carta magna que garantice un desarrollo sustentable, superando necesariamente la lógica extractivista, debe dejar de ser exclusivamente antropocentrista y avanzar hacia una concepción de desarrollo económico que ponga en el centro a la naturaleza y la biodiversidad y no a la humanidad.
Desafíos para una nueva constitución
Los temas constitucionales que pueden ser abordados desde un punto de vista ecológico o medio ambiental son variados: El agua, la explotación de recursos, la relación de la naturaleza y los pueblos originarios, energía, biodiversidad, protección de glaciares, humedales, acuíferos, bosque nativo, gestión de residuos, y una larga lista de pendientes que se acumulan por años y que cada día generan más conflictos medio ambientales. La génesis de todos estos problemas está en la concepción y la relación que la humanidad tiene con el medio tal como se dijo anteriormente. Por lo tanto, un cambio en la génesis debería provocar un efecto domino en cada una de las temáticas. La resistencia de quienes dominan la economía y usufructúan del extractivismo será fuerte, moverán todos los medios posibles para perpetuar el sistema que ha llenado los bolsillos de unos pocos a costa del deterioro de los territorios. El proceso constitucional democrático, es clave para crear un nuevo modelo de desarrollo en Chile, que permita desplazar al neoliberalismo extractivista.
Una nueva constitución, ecocéntrica, situaría al medio ambiente como epicentro de la relación humanidad-naturaleza y ubica al ser humano como parte de ésta; desde este posicionamiento se reconoce a la naturaleza como sujeto y adquiere importancia la preservación de todos los sistemas que la conforman, tanto en biodiversidad, como en ecosistema y recursos naturales (Prieto Farías, 2020).
Una nueva constitución debería contemplar la concepción de naturaleza desde la biodiversidad, a los recursos naturales como servicios agotables de la naturaleza que se desarrollan en ecosistemas cuya intervención afecta a todo el entorno y, por lo tanto, el uso razonable de estos recursos debe ser el principio rector del actuar del Estado.
La mayor amenaza para la humanidad es el cambio climático y, por lo tanto, una carta magna debería contemplar los efectos del cambio climático como una realidad que necesitamos atenuar mediante un compromiso real con el medio ambiente que este por sobre el derecho a la propiedad.
Si volvemos a la discusión de la concepción marxista de la relación humanidad – naturaleza, podemos concluir que la única forma de garantizar un desarrollo sustentable es equiparar la relación de las personas con el medio y, por lo tanto, el principal desafío de una nueva constitución es lograr reconocer a la naturaleza como un sujeto de derecho. Bolivia, Ecuador y Venezuela, se han abierto al camino de reconocer en sus cartas constitucionales a la naturaleza como un sujeto de derechos, considerando que la protección a la naturaleza es también la protección de la vida y, por lo tanto, de la humanidad (Roncal Vattuone, 2013). Ximena Roncal en su texto “La naturaleza…un sujeto con derechos” nos dice: “Reconocer a la naturaleza como un sujeto con Derechos constituye una ruptura de la lógica de acumulación del capital y de la hegemonía ideológica de éste que acentuó lo privado y lo individual por sobre la vida misma”.
La naturaleza como un sujeto de derecho, no solo supone una concepción ecocentrica de la nueva constitución también supone un rescate histórico de nuestra relación con el medio, tanto desde la óptica marxista como desde las tradiciones de los pueblos originarios.
Nuestra nueva constitución, debe estar a la altura de las economías verdes del futuro, orientada a un justo equilibrio entre el desarrollo económico y la preservación de la naturaleza. Una constitución que considere nuestra relación con todo ecosistema, especie animal, o vegetal y garantice la existencia de todo sistema sin estar amenazado injustificadamente por la actividad de seres humanos. La promoción de esta nueva economía verde deberá ser baja en emisiones y se tendrá que hacer cargo de la biocapacidad de los ecosistemas que explota.
Un nuevo proceso de desarrollo generará la creación de una nueva institucionalidad que permita dar sustento teórico y orgánico a los nuevos desafíos de protección de biodiversidad estratégica y recursos naturales claves para el desarrollo país. Asimismo, esta institucionalidad deberá hacerse cargo de las distintas realidades territoriales locales que tenemos en el país y como estas se relacionan con la naturaleza.
Otro desarrollo es posible.
La idea de la “unidad” de los temas medio ambientales a nivel político y la minimización de la temática “medio ambiental” a solo la gestión de residuos por parte de “los consumidores”, no hace más que apartar el tema de fondo. La explotación y el sistema neoliberal.
Es claro que existen posiciones ideológicamente distintas respecto a la relación del sistema económico y su consecuencia sobre el medio ambiente, asimismo, existen diferentes posturas respecto a cuáles serían las alternativas para superar esta fase de explotación e incluso hay algunos que no quieren dar el debate (los explotadores).
Un debate constitucional, nos abre la puerta a discutir profundamente el modelo de desarrollo y las perspectivas de un nuevo pacto socio ambiental con la naturaleza, que nos permita tener un desarrollo sustentable, descentralizado y democrático. Finalmente, quienes habitan un determinado territorio deben tener las herramientas legislativas que les permitan opinar respecto al futuro del lugar de habitan. No podemos permitir nuevas zonas de sacrificio, ni sobre explotación de los recursos, ni pérdida de biodiversidad clave para los ecosistemas. Cuando se plantea, al principio del texto, la dicotomía entre neoliberalismo y democracia, es precisamente porque los procesos democráticos, abrirán las puertas a que la propia ciudadanía pueda decidir respecto a su territorio. La nueva constitución, debe garantizar que los pueblos puedan decidir las condiciones de su buen vivir y como quieren preservar sus territorios para futuras generaciones.
Referencias bibliográficas
Chacón, P. (2020). El agua, punto de partida hacia otro desarrollo posible. Apuntes para una reflexión de los problemas y desafios ambientales en Chile 2020. Alternativa, 139-147.
Chacon, P., & C. Postigo, J. (2013). Cambio climático: Riesgo o comunidad en la crisis ambiental. En Cambio climatico, movimientos sociales y políticas públicas. Una vinculación necesaria (págs. 125-146). Santiago de Chile: CLACSO-ICAL.
Comisión Nacional de Medio Ambiente y Energía, Partido Comunista de Chile. (2011). "Politicas y acciones para un gobierno de nuevo tipo". Primero encuentro nacional de medio ambiente y energía del partido Comunista de Chile. Santiago.
Foladori, G., & Pierri, N. (2005). ¿Sustentabilidad?: Desacuerdos sobre el desarrollo sustentable. España: México, D.F. : Cámara de Diputados/Universidad Autónoma de Zacatecas/M.A. Porrúa.
Foster, J. B. (2000). Marx's ecology: Materialism and nature. NYU Press.
Harich, W. (1975). Kommunismus ohne waschsturn. Barcelona: Materiales.
Marx, C. (edición 2001). El Capital: Crítica de la economía política (Vol. III). (W. Roces, Trad.) Fondo de Cultura Económica.
Molina, R. (2020). Antecedentes teóricos del Medioambiente desde el Marxismo . Santiago.
Prieto Farías, A. (2020). Medio ambiente en la nueva constitución. Santiago.
Roncal Vattuone, X. (2013). La naturaleza ... un sujeto con derechos. Integra Educativa, VI(3), 121-136.
Schmidt, A. (1976). El concepto de naturaleza en Marx. Mexico: Siglo Veintiuno.
En la discusión sobre del medio ambiente, la biodiversidad y el cambio climático, se ha generado una falsa sensación de unidad ideológica; muchos declaran que los intereses y problemáticas asociadas a estos temas serian “transversales” a todo espectro político, nación, grupo económico, clase social, sin existir posiciones políticas contrapuestas a esto (Molina, 2020). Sin embargo, actualmente sabemos que esta “unidad” es un mito que pretende defender intereses económicos.
La necesidad de discutir el marco ideológico que debería ser el paraguas de toda deliberación respecto al tema medio ambiental en una nueva constitución es imperante. Latamente se ha discutido sobre el cuidado del medio ambiente y el desarrollo sustentable, pero en la discusión, no necesariamente se aborda la temática de fondo: la relación entre la humanidad y la naturaleza. En Chile, aún estamos lejos de abordar la discusión en profundidad respecto al desarrollo económico y cómo este se conjuga con un nuevo pacto socio ambiental con la biodiversidad.
Nuestra nueva constitución, debe estar a la altura de las economías verdes del futuro, orientada a un justo equilibrio entre el desarrollo económico y la preservación de la naturaleza. Una constitución que considere nuestra relación con todo ecosistema, especie animal, o vegetal y garantice la existencia de todo sistema sin estar amenazado injustificadamente por la actividad de seres humanos. La promoción de esta nueva economía verde deberá ser baja en emisiones y se tendrá que hacer cargo de la biocapacidad de los ecosistemas que explota.